Miré mi vestido frente al espejo y quise ponerme a llorar como una niña pequeña ¿Cuántas veces había soñado con este momento? La diferencia, era que esto no tenía nada de especial, romántico o de ensueño. Mi ropa era una farsa, la fiesta y ceremonia también. Todo era una mentira, y estaba arrastrando a mi familia a ello también. Sonreí y negué con mi cabeza, dejando que unos mechones cayeran por mis mejillas. Después de todo, yo no era mucho mejor que el hombre que esperaba por mí en el piso inferior.
- Todavía no entiendo cómo no dijiste nada antes.- sentí las manos de Phil sobre mis hombros
- Tenía miedo.- susurré, conteniendo las ganas de llorar
- Nadie iba a juzgarte Bella. Es cierto que su mujer murió hace…poco tiempo, pero bueno. El amor aparece cuando menos se espera
- Claro.- murmuré. Me giré y le sonreí, se veía radiante en su esmoquin.- Gracias Phil
- Soy yo el que te agradece esto.- acarició mis mejillas.- Y vamos antes que el novio se arranque de tanta espera
Asentí y suspiré. El novio sería capaz de subir y arrastrarme a decir el sí, esto significaba más para él que para mí. Deslicé mi dedo por la franja rosada que llevaba bajo el busco, una clara señal de que mi hija existía y también estaba allí. Mis piernas temblaban y no entendía por qué, o quería no entender. Después de todo, yo si estaba dando este paso por un sentimiento, aunque no correspondido.