Juego de Caretas |
Adorné la mesa con los últimos utensilios que necesitaría. Todavía podía ver el rostro de Tanya cuando le había pedido que sólo por esta noche se quedara con Liz. Ya extrañaba a mi pequeña, pero necesitaba tener este momento a solas con Edward... Hoy sería una noche especial o al menos eso quería yo. Corriendo subí las escaleras al ver la hora que marcaba el reloj, estaría pronto en casa y esperaba sorprenderlo por completo en cuanto entrara por la puerta.
Alisté mi sencillo peinado, mi maquillaje y mi ropa. Tuve que poner mis manos en mi vientre para intentar calmar un poco ese revoltijo de mariposas que dansaban de un lado a otro ¡Parecía quinceañera! O quizás en cierto modo lo era...era una nueva primera vez. Suspiré y apliqué un toque de perfume en los lugares que según Rose eran los indicados como había escuchado decirle en ocasiones ¿Yo haciéndole caso a mi hermana menor? Era insólito, pero ciertamente estaba en ello.
El auto que había adquirido hacía pocos días se estacionó en la entrada y con cuidado de no hacer mi entrada triunfal con una caída bajé las escaleras con lentitud. La puerta estaba entreabierta y sonreí con anticipación cuando fue revelando la entrada de él, mi Edward.
- ¡Sorpre...!.- mis palabras murieron en el mismo instante que el frío del exterior me golpeó.